
La salud mental está cada vez más reconocida como un derecho humano universal y un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico. Sin embargo, millones de personas en todo el mundo siguen sin disponer del apoyo que necesitan debido al estigma, la discriminación y las barreras estructurales que impiden el acceso a la atención. Estas deficiencias socavan no solo el bienestar individual, sino también la cohesión social y el progreso económico, lo que convierte la salud mental en una cuestión que afecta a todas las dimensiones de la vida.
Para hacer frente a este reto se necesita una voluntad colectiva: combatir el estigma, ampliar la prevención y el tratamiento, y garantizar que la capacidad de recuperación y la resiliencia estén al alcance de todos. El futuro de la salud mundial, la igualdad y el desarrollo sostenible depende de que el bienestar mental sea verdaderamente universal.
Para promover la salud pública, mantener el desarrollo socioeconómico y garantizar los derechos humanos, es fundamental que todos tengamos buena salud mental. Esto forma parte del compromiso de las Naciones Unidas con la cobertura sanitaria universal y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que abarca la equidad, la dignidad y la inclusión.
